sábado, 2 de abril de 2011

A las Malvinas.




Durante y tras los estruendos,
cuerpos jóvenes envueltos en sábanas negras
flotaban en agua salada.

Embebidos en sangre e inexperiencia,
navegaban sin brújulas ni mapas.

Junto a tiburones de otros océanos,
se reducían a simples granos de arena.
No tenían espacio para respirar
y muchos de ellos se resignaron a ser sal,
sin saber que ésta nunca iba a dejar de salar.

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