lunes, 12 de agosto de 2013

Hoy

Hoy no se puede dormir. Ya se ha quitado el uniforme y dejado la pollera bien acomodada a los pies de la cama; las medias y la chomba han ido a parar al canasto para lavar. Se ha sentado en la cama y deshecho lentamente las dos trenzas que habían adornado aquel día su cabello; sus dedos se hundían en cada nudo y se deslizaban lentamente hasta la punta del pelo. 
Hoy está acostada abrazada a su libro. No lo ha abierto aún, está esperando como quien espera a que comience una función. Antes de fijarse dónde está el señalador, siempre antes de hacerlo, ella se toma unos minutos para recordar lo que leyó la noche anterior e imaginar qué ha de pasar. Mientras lo hace mantiene los ojos cerrados, trata de que su imaginación siga la historia con gran perfección. Se detiene en los detalles, en los roces de la piel y en las miradas; las miradas son su punto débil.
Hoy mientras inventa qué puede suceder se acuerda de un par de ojos, de pupilas oscuras, que penetraron las suyas alguna vez. Trata de describirlas mentalmente, sacar una foto quizás. La niña comprende entonces que es mejor seguir leyendo, que aquella mirada nadie la podrá retratar jamás con palabras.
Hoy la pequeña se equivoca, la autora del libro que estaba abrazando ya había logrado escribir en un papel lo que una mirada igual le provocó una vez. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario