Hasta cuando el mar deje de morder la orilla de arena contemplaré.
Mientras espero a que el alba me despierte me quedaré soñando.
Mas aún, espiaré por donde el agua se escabulle hasta que me encuentres.
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No me mires, no estoy lista.
Solo cuando termine dejaré que voltees o tal vez me camine al frente tuyo para que me observes.
No me escucharás, y no te escucharé, hasta que acallemos esas voces lejanas.
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Cállate, no te prepares.
Mis ojos están en ti, mis pupilas aplauden.
Estaremos preparados, siempre lo estamos: esas voces no son más que susurros callados.